Creatividad y Mindfulness

Equipo de trabajo creativo. Foto: Google

Equipo de trabajo creativo. Foto: Google

Cuando pensamos en creatividad lo más probable es que lo primero que nos surja sea el nombre de grandes científicos o personas como Steve Jobs, que han creado hitos que modifican la historia. Sin embargo, aunque son muy buenos ejemplos de creatividad, nada más lejos que pensar que es una cualidad excluyente: la creatividad es una característica innata de los seres humanos -más evidente o utilizada en unos que en otros- pero presente en todos nosotros y que además puede recibir gran ayuda para potenciarse a través de la práctica del mindfulness, ya sea para descubrir cuán creativos somos, como en desarrollar esta capacidad.

En términos sencillos, podríamos describir que la creatividad es la magia de combinar la observación, los pensamientos, experiencias e ideas en distintas y/o novedosas formas, que permitan nuevos resultados o posibilidades. Puede ser tan simple como lo que surge en un niño cuando busca nuevas cosas para jugar e inventa historias con objetos conocidos que luego desarrolla de forma diferente, como también es el llegar a darte cuenta que, si cambias una parte de la composición de una bolsa plástica (nociva para el medioambiente), puedes tornarla soluble al agua y hacerla amigable con el medio. Ambos ejemplos comparten ámbitos en común: requirieron detenerse un momento, (re)observar nuestro alrededor y aquello que nos interesa (y lo que nos ocurre con ello), permitiéndonos luego explorarlo de manera abierta.

Como mencioné antes, la creatividad puede nutrirse mucho de la práctica de mindfulness. En su libro “Un segundo de ventaja”, Rasmus Hougaard aborda –entre otros temas- cómo la gestión de la atención y de nuestros pensamientos (tanto en lo laboral como en nuestra vida cotidiana) pueden ubicarnos en distintos posibles cuatro estados o modos mentales, distinguiendo cuatro en  particular:

1.      modo Mindless, es decir, estar perdidos en pensamientos divergentes y sin consciencia de que son pensamientos;

2.      el Fluir o Flow, que es estar muy concentrado en alguna tarea o actividad, pero de forma automática (sin darnos cuenta del tiempo que transcurre en ello, fluyendo en nuestra actividad);

3.      la Creatividad, ese espacio en que dejamos divagar nuestros pensamientos entre muchas alternativas pero que, a diferencia del modo mindless, somos conscientes de dichos pensamientos, siendo este el punto clave para mí de la relación entre mindfulness y creatividad. Dado que me considero una persona bastante creativa (cada vez que he realizado el Test VIA de las Fortalezas del Carácter, una de mis fortalezas principales es precisamente la creatividad), y que esto no implica que esté inventando la rueda o la próxima sonda que nos permitirá crear un domo en Marte, sí implica que, cotidianamente, estoy observando las cosas que me rodean y visualizando alternativas para esas mismas cosas que ya funcionan o cumplen su propósito de una determinada manera, pero que, a la vez, pueden funcionar de un modo distinto (o podemos explorar esas posibilidades, ya sea para aplicarlas o descartarlas). 

En términos sencillos, podríamos describir que la creatividad es la magia de combinar la observación, los pensamientos, experiencias e ideas en distintas y/o novedosas formas, que permitan nuevos resultados o posibilidades.

A partir de la práctica de mindfulness, me he dado cuenta que, al ser consciente de estos pensamientos divergentes, puedo explorarlos con curiosidad, sin juzgarlos y sin tratar de eliminarlos, solo porque no son específicamente lo que “debiera ser” o “debiera estar pensando”. Desde esa atención abierta podemos elegir qué hacer con ellos: ya sea probar esa vía o camino alternativo que visualizamos al combinar ideas, en lugar de quedarnos atrapados en los pensamientos o los juicios de que estos son pensamientos inútiles o sin futuro. Así, de esta forma, nos posicionamos en el

4.      modo Mindful, es decir, con plena atención en el momento y en lo que estoy haciendo y está ocurriendo.

La invitación es, entonces, aperarnos con linterna y espíritu de “Indiana Jones” a explorar los pasajes y glifos de nuestros pensamientos, y ver con qué nos encontramos. Puede ser algo o nada, en cada momento diferente… ¡Ahí está la gracia! Puedes también contar con una libretita que te acompañe para que, cuando observes estos pensamientos e ideas divergentes, las anotes y luego decidas chequearlos o trabajar en ellos.

 Arturo Berger

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